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Tiempos de cocinar

:CREADO: [2008-05-15 11:47] :ACTUALIZADO: [2008-05-15 13:39]

{Artículo escrito para Aperiódico 52, publicación del CEI.}

π minutos es lo que lleva cocinar un choclo, un zapallito, un zucchini, o una berenjena en el microondas; por lo redondo.

El arroz demora siempre lo mismo sin importar el método ni la cantidad. Fue utilizado como patrón de tiempo antes de que el cesio estuviese de moda.

El tiempo de preparación del guiso depende fuertemente de la cantidad. Elegir papas lo más grandes posibles, porque para una masa total fija de tubérculos, el tiempo de pelado (la superficie total) es inversamente proporcional al diámetro promedio.

Si vamos a amasar pasta, contar bien la cantidad de comensales. Tanto el tiempo de preparación como el área de trabajo necesaria crecen linealmente con \(N_b\) (número de bocotas).

Calcular los recursos de la siguiente manera: \(N_b \times\) (100g de harina + 1 huevo + 7 minutos), más la salsa, más 5 minutos de cocción. Calentar el agua es paralelizable con el amasado, y con cierta destreza se puede paralelizar la preparación de la salsa (por ejemplo: "¡Cacho! ¡Andá haciendo la salsa que sólo tengo 2 manos!").

Si les toca hacer la salsa, volverse momentáneamente sordo. Inevitablemente \(N_b/2\) alaridos simultáneos se quejarán de la cantidad de ajo, de pimienta, de sal, o de cebolla. Es un defecto evolutivo de nuestra especie el no saber evaluar volúmenes a partir de proyecciones (en nuestra retina). Buen cubero se hace, no se nace. Los otros \(N_b/2\) siguen ocupados con el vino, el queso y la longaniza.

Nunca fabricar pasta rellena, nunca. El tiempo de preparación crece hiperexponencialmente con \(N_b\), y probablemente todo derive en una singularidad cosmológica. Recurrir a los iluminados: las abuelas y las fábricas de pasta.

Si vemos que nos cae a comer una barra cuya relación "hambre total / probabilidad de que alguien aprecie nuestro esfuerzo" sobrepasa nuestra predisposición a cocinar, podemos optar por lo prosaico e inmediato: pedir pizza.

Ahora debemos estar atentos a los efectos cuánticos. Heisenberg ya nos previno en 1926 con el principio de incertidumbre: cuanto mayor la precisión con que se conoce la velocidad de una partícula, mayor la incertidumbre en su posición, y viceversa.

Entonces, cuando hagan el pedido, no pregunten cuánto va a demorar. El saber la velocidad del cadete nos asegura que se va a equivocar de dirección.