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La Ronda widescreen

:CREADO: [2006-05-02 23:48] :ACTUALIZADO: [2007-08-19 15:51]

Velvet Underground

Velvet y amigos, rock alternativo, los inicios del punk-rock. Eso es lo que resuena en La Ronda. Y lo más poético es que todo sale de los originales discos de vinilo, puestos a girar por un ser de otro planeta.

La ronda es un lugar alternativo, underground. Esto significa que, en vez de mocasines uniformados con cara de chetos cool, tenemos un grupete de individuos con los siguientes ingredientes: estudiante (preferentemente de bellas artes, arquitectura o ciencias); nostalgia hippie; veraneo en Rocha; comportamiento con tendencia intelectual; una meticulosa y descuidada producción, no para atraer por la belleza, sino por lo distinto. Todos son igualmente distintos, y volvemos a la uniformización.

El resultado neto es un ambiente bastante más distendido, sin boludez, y donde desconocer los códigos no le cae mal a nadie. Esto me viene bien porque soy un experto desconocedor de códigos.

Claro ejemplo es la gran mesa que sacan a la calle. Un tablón gigante de madera con varias sillas alrededor. Si queda una esquina, nos sentamos ahí y listo. Algo muy normal, y que sería impensable en lugares normales.

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La Ronda es un lugar para conocer, sin duda, y para volver. Mersas, chetos y planchas, ni se molesten, ni molesten.

La Ronda queda en Ciudadela frente a Plaza España. La forma de encontrarlo es por la oscuridad. Al letrero luminoso le queda apenas un vestigio de neón verde detrás de una de las letras. Adentro no hay casi luz. Afuera, en cambio, se aprovecha el alumbrado público.

No, flaco, pizza no trabajamos

La Ronda es para ir a tomar algo. Litros de cerveza, o decilitros de grapamiel. Pero si realmente sienten ese llamado interior, pueden pedir de comer.

El menú es uno de los elementos exóticos de La Ronda.

El primer punto notable es que no hay menú físico para leer. Hay que escuchar el podcast de la camarera.

Pese a lo rimbombante del recital, y luego de varios experimentos, nos terminamos dando cuenta de que todo se reduce a un único ingrediente de base: tortilla de harina.

Sin pliegues viene el lehmeyun, porque la gracia está en doblarlo uno mismo. Con 1 pliegue, las quesadillas. Con 3 pliegues, los "masticables".

Si la moza, durante su viaje, nota que la orden vino equivocada, puede replegar el producto y solucionar el diferendo en pleno vuelo. Probablemente al comensal no le llame la atención el relleno incorrecto; todo entra por los ojos si lo enrrollamos lo suficiente.

Los masticables son un crêpe rebautizado, y existen en 3 versiones, según el relleno. Mastodonte con rúcula, pollo (es decir, ave-riguá), o verduras revueltas.

Como queda feo decir "verduras revueltas", el ofrecimiento viene alegremente titulado de "vegetales", cosa que transforma horror en misterio, y le da ese aire gourmet.

Como ven, son todas transformaciones de lo mismo. Otro plato consiste en el relleno de la quesadilla (queso, rodaja de tomate, y algo que chorrea mucho), pero con waffle en lugar de tortilla. No pidan esto, es una mala idea. La wafflera tiene prioridad para los postres, así que nunca llega. Además los waffles de La Ronda huelen raros.

Armaos de paciencia

El tiempo entre el deseo y el producto suele dilatarse incómodamente. Captar la atención de los mozos es una tarea frustrante. Que nuestra orden llegue a la cocina es improbable. Clamar por nuestro turno de "la wafflera" es inútil. Hasta la cuenta demora en producirse, y viene en formato podcast: "serían setecientos" recitan al aire, y nuestros ojos quedan bien abiertos ante la duda de si ese número habrá salido de tirar dados, o fue una adivinanza, o si efectivamente anotan algo por ahí.

El despiste es parte de la identidad corporativa. Los mozos, las camareras, y hasta el dueño, profesan este arte hasta sus límites. Paciencia. No se les ocurra llevar a Silvina.

El misterio de la relación óptica

Este es un aviso para quienes usan anteojos.

Si las lentes tienen forma rectangular, con la base al menos 4 veces mayor que la altura, y preferentemente con un grueso marco negro de acetato, están salvados. Pueden ir tranquilamente a La Ronda.

Si no cumplen con la anterior condición, ni se aproximen. A 17 metros de La Ronda, desde cualquier dirección que vengan, la tierra se abre, mastica y se traga a todo aquel que traiga lentes con otro formato. Y luego de varios meses pueden tener la suerte de ser escupidos de vuelta por un volcán submarino en el fondo del Pacífico.

Esa es la verdadera razón por la cual todos los lentes que se ven en La Ronda son estirados como para leer de a un renglón por vez.

La Ronda widescreen.

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